Los bancos de Ecuador siguen apostando a los proyectos ecológicos
En el 2021 casi el 20 % del portafolio total del Banco ProCredit eran créditos verdes. Tras diez años de apostar por el financiamiento de proyectos ecológicos, ahora son sus clientes los que deciden que sus depósitos se utilicen en ello, a través de la cuenta de ahorros ProGreen y su tarjeta, la cual, siguiendo esa misma línea, es ecológica: está hecha a base de maíz.
Se trata de un material llamado ácido poliláctico, que está hecho de maíz. Sí, es un plástico, pero ecológico y biodegradable. Es una tarjeta de débito de Mastercard y se puede usar para cualquier tipo de compras físicas en Ecuador y en el exterior, o para compras en línea. Tiene una duración de tres años, y el ser biodegradable no significa que se va a deshacer mientras se la usa, por ejemplo, en un cajero, sino que tras su vida útil se realiza la gestión para que, en condiciones adecuadas, ese material se degrade, según indica Katarina Zdraljevic, jefa de la Unidad de Gestión Ambiental de Banco ProCredit.
La cuenta es 100 % digital, se abre online descargando la aplicación de ProCredit; el cliente ingresa su información y enseguida recibe una videollamada que está dentro de la app. No existe un monto mínimo de apertura. No hay papeles impresos; es un proceso que reduce la huella ecológica. Está disponible desde noviembre y, en estos seis meses, aunque no se dan cifras de cuántos clientes tiene, se considera positiva la reacción del mercado y que se han excedido las metas.
“Cuando un cliente abre una cuenta ProGreen, todos los depósitos que tienen en estas cuentas se van a destinar exclusivamente para los créditos verdes. Con sus depósitos pueden contribuir a que crezca esta economía verde en Ecuador”, comenta Zdraljevic. Ellos reciben información vía correo o por la aplicación sobre los proyectos que se están financiando con la línea Ecocredit, que suma 1.700 créditos desembolsados con fines ecológicos: vivienda ecológica, vehículos eléctricos, paneles solares, eficiencia energética en empresas, tratamiento del agua, reciclaje, producción orgánica, energía renovable…; con plazos que van más allá de los cinco años que se dan en el mercado, pues la tecnología innovadora muchas veces tiene un valor elevado; entonces, el tiempo de recuperación es a veces más largo.
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