Sin cierre no hay envase, sin tapón no hay producto
Todos conocemos el cuento del Patito Feo, de Hans Christian Andersen. Permítannos recordarles brevemente que narra la historia de un patito que nace diferente a sus hermanos y sufre burlas y rechazo por su apariencia. Pero tras muchas dificultades, descubre que en realidad es un cisne y, cuando crece, se une a otros cisnes y es finalmente aceptado y admirado.
Un cuento que nos viene a explicar que el valor personal y la verdadera belleza no son evidentes desde el principio y que son el tiempo, la experiencia y la madurez quienes revelan el verdadero potencial.
No, no nos hemos vuelto locos en InfoPack ni nos hemos pasado a los cuentos infantiles. Pero sí que nos sirve para hablar del mercado de cierres y tapones, un mercado que, dentro del mundo del packaging, es quizás el menos conocido y valorado por el consumidor final, a pesar de que, sin cierre, no hay envase, no hay botella o frasco. Sin tapón, no hay producto. Es tan esencial como desconocido. A este “patito feo” del packaging dedicamos en este número de febrero un buen número de páginas, con la voluntad de poner en valor el trabajo de I+D+i que hay detrás de una cápsula de vino, la sostenibilidad que hay en un clásico tapón de corcho, la elegancia de un tapón de madera y la sofisticación del cierre metálico o de vidrio. Todos aseguran la calidad del producto y, hoy, pugnan, entre los diferentes elementos que componen un envase, para poner su granito de arena en ayudar a las marcas a diferenciarse en el lineal de venta y generar la venta. Hoy, afortunadamente, vemos claros indicios de un cambio de mentalidad que está empezando a impregnar a toda la cadena. Un tapón ya no es tapón: es un vehículo de comunicación más al servicio de la marca.
Es por ello que en este especial damos voz a asociaciones corcheras y a empresas líderes en la fabricación de tapones y cápsulas, que nos comparten sus últimas innovaciones y avances en materia de I+D. El compromiso con la sostenibilidad, como hemos visto, sigue siendo un eje central en sus desarrollos, asegurando que los cierres del futuro no solo mejoren la conservación del producto, sino que también minimicen su impacto ambiental. En ello es clave la búsqueda de materias primas renovables y la creación de cápsulas y tapones monomateriales que mejoren su reciclabilidad. Otro punto a destacar es el de la ergonomía, en línea con la tendencia de desarrollar sistemas de cierre que reduzcan la fuerza necesaria para abrir el brik, botella, tarro, etc. Las empresas son conscientes de que una interacción difícil con el envase genera frustración y puede afectar la percepción del producto. Por ello, desde hace años estamos viendo un aumento de rediseños enfocados en mejorar la experiencia del usuario. Un sistema de cierre sencillo y cómodo puede generar complicidad con la marca, un intangible de gran valor; o un rechazo duradero