¿Qué queremos decir realmente cuando decimos que un envase es “reciclable”?
Parece una pregunta obvia, pero en teoría todos los envases, desde la lata hasta el plástico retráctil, pueden pasar por el proceso de reciclado, descomponerse en sus materias primas y utilizarse para fabricar otra cosa.
¿Por qué no se reciclan? La incómoda verdad es que las respuestas técnicas a prácticamente cualquier pregunta sobre reciclaje ya existen, pero las respuestas económicas no. Eso significa que sólo deberíamos llamar “reciclable” a algo si el valor del material reciclado es superior a los costes que implica el proceso de reciclado.
Julien Tremblin, director General de TerraCycle Europa, se enfrenta cada día a estas cuestiones. En su intervención en el Escenario de la Economía Circular de Packaging Innovations 2024, el entusiasmo de Julien por la innovación en el reciclaje salta a la vista.
Equilibrar la ecuación económica
Sin embargo, Julien no ignora la realidad económica en la que vivimos. “Si vamos a una empresa y le decimos: ‘Podemos reciclar sus envases, pero le costará dinero hacerlo, pero debería hacerlo por el bien de su corazón’, nos vamos a topar con un muro”, explica. “Tenemos que encontrar algún retorno de la inversión de un modo u otro. Eso puede adoptar muchas formas, ya sea el valor del material reciclado o el valor de las relaciones públicas y el marketing que genera”.
Para que los asistentes a la charla, celebrada en el Escenario de la Economía Circular el primer día de Packaging Innovations & Empack 2024, se hagan una idea del enfoque de TerraCycle, Julien enumera algunos de los tabúes del reciclaje que la empresa ha roto: “Trabajamos con Superdrug y Aldi para recoger envases blíster. Hace diez años, todo el mundo habría dicho que no eran reciclables, pero sí lo son. Hay formas de reciclarlos. Lo único que hay que hacer es crear una recogida selectiva e impulsar la concienciación y la visibilidad en la tienda para maximizar el volumen. De este modo, puedes crear tu propia cadena de suministro para el reciclaje”.
“Hemos estado trabajando con Walker’s para convertir sus residuos de envases de patatas fritas en revestimientos para camiones; quizá no sea la aplicación más sexy, pero es una aplicación. Trabajamos con lentes de contacto y gafas; incluso cosas como las colillas contienen elementos que pueden limpiarse y reutilizarse. Las mascarillas son reciclables, ya que en su mayoría están hechas de polipropileno, que recogido y reciclado por separado puede convertirse en nuevos productos. Tarjetas bancarias, cuerdas de guitarra, asientos de coche… siempre hay una forma de reciclarlos si se tiene en cuenta esa ecuación económica”.
Solucionar el problema
Julien sostiene que la respuesta a esta ecuación no depende enteramente de los envases, ni de los reguladores o la industria del reciclaje: depende de los minoristas.
“Los minoristas tienen un papel fundamental que desempeñar”, afirma. “Allí es donde la gente compra los productos, así que es donde debería devolverlos para su reciclaje. Estamos trabajando con Wal-Mart (la cadena de supermercados estadounidense) para recoger 12 flujos de residuos diferentes en los aparcamientos de las tiendas Wal-Mart. Este sistema consiste en dar al usuario final un cupón que puede canjear por su próxima compra del producto que acaba de devolver para reciclar, de modo que hay un incentivo económico para el consumidor y el minorista”.
Y lo que es más importante, este planteamiento también resuelve el problema de separar los distintos materiales: el consumidor lo hace cuando deposita sus viejos tubos de dentífrico, maquinillas de afeitar o blísteres en el receptáculo correspondiente. “Es muy importante clasificar los residuos en origen para garantizar que aplicamos la solución de reciclado adecuada”, explica. “Luego los agrupamos y enviamos a reciclar a nuestros centros asociados”.
El impacto de la EPR
Este enfoque también crea otro incentivo económico: proporciona a las empresas un flujo constante de materiales reciclados de bajo coste que pueden utilizar para crear nuevos productos. Esto tiene aplicaciones en sistemas de circuito cerrado -en los que los productos se reciclan en el mismo producto, como es práctica común con las botellas de PET para bebidas- o de circuito abierto, en los que el material reciclado se utiliza en diferentes productos a lo largo de la cadena de suministro, convirtiendo bolígrafos en macetas y palés en juguetes para niños, por ejemplo.
“Este es el tipo de proyectos en los que te dicen ‘eso no puede ocurrir’, ¡y sí puede! Sólo necesitas la financiación adecuada, un sistema de recogida y una tecnología de reciclaje detrás”.
Y, como sigue explicando Julien, el avance de las reformas de la Responsabilidad Ampliada del Productor (REP) podría desempeñar un papel importante a la hora de desbloquear el tipo de inversión necesaria para superar muchos retos persistentes del reciclaje. “A veces se necesitan millones para transformar una instalación de reciclado al nivel necesario”, afirma. “Pero el administrador francés de la EPR obtiene unos mil millones de euros al año de las tasas que se recaudan.Y las tasas moduladas incentivan el uso de materiales reciclados, lo que estimulará la demanda de materiales reciclados, creando un bucle de retroalimentación positiva que podría cambiar permanentemente la realidad económica del reciclaje”.
“No es una bala de plata: tenemos que asegurarnos de que el dinero recaudado a través de la EPR esté delimitado. Y llevará tiempo ver los cambios en las infraestructuras para garantizar que los materiales problemáticos se reciclen a gran escala. Pero es fantástico, y todos los países deberían adoptar su propio sistema de RPE”.
¿Ha llegado el momento de replantearse el reciclaje? Dejar de pensar en lo que creemos imposible y centrarnos en cómo podemos hacerlo posible. La verdad es que el reciclaje funciona como nosotros queremos que funcione. Quizá haya llegado el momento de hacer que funcione de otra manera. Sea cual sea el futuro del reciclado, se forjará a partir de conversaciones como esta en eventos como Packaging Innovations.
Fuente: ¿Qué queremos decir realmente cuando decimos que un envase es “reciclable”?