Textileros y confeccionistas trabajan para sacarle provecho a la tasa de cambio, pero hay lunares que no los dejan ser del todo felices. Este es el panorama.
La cadena textil-confección ha registrado un renacer en los últimos años y hoy comienza a sacar provecho, no solo de la tasa de cambio, que por más de una década la golpeó, sino del consumo interno, que atraviesa por uno de sus mejores momentos.
Con la entrada en vigencia del decreto 074 en enero de 2013, que impuso aranceles mixtos a las prendas de vestir y calzado provenientes de países con los que Colombia no tiene acuerdos comerciales, se puso freno a la subfacturación que se presentaba en esos productos, con la consecuente reducción de las importaciones, lo que llevó a que la industria local se reactivara.
Según la Muestra Mensual Manufacturera del Dane, entre febrero de 2015 y enero de este año, el crecimiento de la producción real de confecciones se ubicó en 6,1% y las ventas, en 5,9%.
Y aunque las cifras de exportaciones aún no reflejan ese buen momento, los empresarios son optimistas. Las ventas externas en confecciones, por ejemplo, alcanzaron US$556,1 millones en 2015, mientras las de textiles sumaron US$214,3 millones, según el Dane.
Estos datos reflejan una reducción de 6,7% y 18,2% respectivamente frente a 2014, pero los textileros tienen su propia explicación. La reactivación del negocio confeccionista local motivó a que buena parte de su producción se volcara a satisfacer esas necesidades.
Apuesta exportadora
Santiago Vargas, director financiero de C.I. El Globo –empresa que les produce a marcas como Under Armor, Lacoste y Polo– señala que en los últimos tres años la firma ha crecido en promedio entre 10% y 15%.
El panorama es tan favorable que para este año la empresa proyecta vender $45.000 millones, frente a $38.000 millones de 2015. En este momento produce alrededor de 14.000 prendas diarias, de las cuales 60% son para la exportación. La compañía tiene una capacidad de producción de 350.000 unidades y el objetivo es ampliar a 450.000 unidades en el segundo semestre de este año. Este es solo un ejemplo del buen momento por el que atraviesa la industria.
Supertex, la mayor confeccionista del Valle, registró en 2015 un crecimiento de 9% y este año prevé crecer 20% en unidades. Su gerente, Eduardo Herrera, está convencido de que el momento está dado para que el sector se recupere.
Considera que tanto las empresas que están dedicadas al mercado de exportación como las que atienden el mercado nacional pasan por una coyuntura particular porque el dólar ayuda como barrera al ingreso de textiles de mercados como el asiático. Para Herrera, es claro que quienes sembraron en época de revaluación hoy están cosechando resultados.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Con el crecimiento de la producción del sector confeccionista se acentuaron las deficiencias en mano de obra calificada, un problema con el que ha convivido la industria en los últimos años.
Lo anterior, aunado a que el periodo de revaluación llevó a que muchas empresas se volvieran comercializadoras, generando una reducción y en muchas ocasiones deterioro de su capacidad instalada y la salida de mucho personal que hoy se dedica a otras actividades.
Freno de EE.UU.
Hoy aparecen otro par de hechos que se están saliendo del radar y que de alguna forma podrían aguar la fiesta. Por un lado, el bajo crecimiento de la economía estadounidense, que entre 2010 y 2015 registró una variación promedio de 2,1% y el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que sea de 2,2% entre 2016 y 2021. Este desempeño lo han empezado a sentir algunas empresas nacionales, para las cuales ese país es su principal socio comercial.
“El año pasado fue bueno, pero creo que 2016 será complicado. Vemos un recalentamiento de nuestro mercado natural, que es Estados Unidos. Estamos sintiendo a las marcas que les producimos con inventarios en ese país y eso puede volver un poco lento el año”, señala el gerente de una de las firmas confeccionistas más grandes del país, que exporta allí 85% de su producción.
El tema no es menor si se tiene en cuenta que 44,3% de las exportaciones totales de confecciones van hacia ese país. En 2015 el total vendido a ese mercado fue de US$246,9 millones, según datos de ProColombia.
Otro aspecto que preocupa, particularmente a los textileros, es que a partir de la entrada en vigencia del decreto que impuso los aranceles mixtos se incrementó el volumen de importaciones provenientes de Honduras, Ecuador, Chile y México.
La directora de la Cámara Textil de la Andi, Juliana Calad, precisa que datos de la Dian ponen en evidencia que a partir de 2013 las compras provenientes de esos países, por un lado, fueron en aumento en volumen y, por otro, redujeron considerablemente el precio.
Esto supone un aumento de la triangulación de confecciones procedente de países con los cuales Colombia tiene acuerdos comerciales, pues los precios promedio de importación no corresponden a los precios reales, dice la directiva.
El director de la Dian, Santiago Rojas, señala que ya tienen detectado este fenómeno y que las autoridades están tomando las medidas para combatirlo. Según él, han desconocido el “origen” a varias empresas que venían trayendo estos productos desde Centroamérica.
Para Rojas, uno de los problemas más graves es que, en muchos casos, estas firmas contaban con certificación de origen legalmente emitida por sus países. El alto directivo explica que van a seguir trabajando de la mano con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo para impedir que se siga presentando esta clase de prácticas que afectan al mercado textilero del país.
Aranceles mixtos ¿Que se mantengan?
Frente al tema del decreto, hay quienes consideran que ya no es necesario, pues la tasa de cambio es el mejor sobrearancel a los productos importados, mientras otros sugieren que es mejor mantenerlos.
Carlos Alberto de Jesús, presidente de Fabricato, considera, por ejemplo, que si bien la medida fue muy efectiva para la confección, y como consecuencia aumentó el consumo de textiles; el problema fue que el arancel para importación de textiles se mantuvo por debajo del promedio de los países vecinos; por lo que la mayor demanda de estos productos fue atendida básicamente con el aumento de las importaciones.
Por su parte, Calad, de la Andi, señala que, al ser este decreto solo para el último eslabón de la cadena, migró la subfacturación al eslabón textil y al de hilatura y prueba de ello es que 35% del total de kilos importados de textiles llega subfacturado.
Lo cierto es que, por ahora, el decreto está vigente hasta el 30 de julio, luego de que a finales de marzo el Gobierno extendiera su plazo en espera de que la Organización Mundial del Comercio se pronuncie frente a una apelación presentada por Colombia ante una demanda de Panamá, que alega que estas medidas son anticompetitivas.
Así las cosas, con decreto o sin él, los empresarios seguirán tratando de sacarles el mayor provecho posible al buen momento que vive la demanda en el mercado local y a la devaluación.
Fuente www.dinero.com