En los últimos años ha habido un gran auge en el mundo del vino, la gente se interesa más por este mundo, se hacen catas, se compran vinos nuevos, se habla de ellos y aunque no seas un sumiller, mucha gente sabe apreciar un buen vino.
Alejandro Sans
En el mundo del diseño a pasado algo parecido, la gente es más consciente del diseño de las cosas que le rodea, lo tiene más en cuenta a la hora de comprar una revista, entrar en un bar de diseño o comprar un producto u otro según el diseño que tenga.
Estas dos tendencias se han traducido en explosión en el mundo del packaging del vino o, dicho de otra manera, en el diseño en las etiquetas de vino.
Entrar en una pequeña bodega o en la zona de vinos de una gran superficie es toda una experiencia impactante para los sentidos, es como entrar en un pequeño museo donde puedes ver esos caldos decorados con todo tipo de colores, formas y troqueles.
Y es que no solo se vende el buen vino; más bien ahora se vende el buen vino pero acompañado de un buen diseño de las etiquetas de vino, porque cuando vemos una botella de vino en cualquier estantería, nos dejamos llevar por esos coloridos, formas y relieves de las etiquetas… Bien es cierto que han de conjuntarse las dos características: “buen vino” + “buen packaging”; de lo contrario, si el vino es malo, el cliente no volverá a comprarlo, pero tengo muy claro que es vital tener un a etiqueta atractiva, porque nos entra por los ojos y si nos gusta esa etiqueta tenemos un tanto por ciento de posibilidades de compra muy alto.
También siguen existiendo los consumidores que compran por marca, aquellos que siempre compran las típicas marcas que ya tienen cierto prestigio. Estas marcas normalmente no destacan por tener el diseño en las etiquetas de vino muy innovadoras, porque son más tradicionales al tener que mantener la marca o branding de marca que les caracteriza.
Y después, está la gente a la que apasiona el mundo del vino y el mundo del diseño, como nosotros. Es una verdadera gozada entrar en una bodega y admirar estas pequeñas obras de arte, perderse por los pasillos admirando el diseño en las etiquetas de vino, observando cómo transmiten el concepto del vino ya sea por la añada, tipo de uva, la bodega, sus costumbres y región, etcétera. Creo que lo bonito es transmitir ciertos valores en el diseño, algo que hoy en día no es del todo necesario, pero para nosotros siempre ha sido un plus, un valor añadido. Y es que aquí radica la dificultad de realizar una buena etiqueta de vino, saber transmitir el concepto, lo que hay detrás y, a ser posible, en un diseño plano, simple. ¡Esto es lo complicado y maravilloso de un buen diseño sea del ámbito que sea!
Los diferentes tipos de etiquetas de vino
Estamos familiarizados con este mundo, pero hemos intentado hacer una pequeña clasificación o categorizar las infinitos diseños de las etiquetas de vino que hay en el marcado, cosa casi imposible. A grandes rasgos, podemos decir que se diferencian por:
• Clásicas: normalmente con una tipografía clásica o con los típicos dibujos de viñedos; las que juegan con relieves en el papel; las que tienen una gran gama de coloridos.
• Las que llevan troqueles (cuando una etiqueta queda recortada, ya sea por los bordes o por el exterior); las que la figura principal es una ilustración.
Aunque bien es cierto que muchas etiquetas, combinan varias de estas técnicas.
Los grandes diseñadores de etiquetas de vino
Y, como en todos los ámbitos, aquí también hay gente especializada que se dedica a diseñar etiquetas:
• Lavernia & Cienfuegos, que por ejemplo ganó el premio Pentawards Plata por el branding de los vinos valencianos de autor Vegamar.
• Daniel Nebot, gran experimentado en este sector.
• Enric Aguilera es un incondicional de las grandes marcas.
• Calcco también es uno de los habituales ganando premios.
• Moruba, una de las agencias más cool en los últimos años.
• Bendita Gloria se está haciendo muy popular por su gran innovación.
• Albert Virgili Hil, que crea unos packagings que son verdaderos regalos en sí.
• Pablo Guerrero, con varios premios a sus espaldas.
• Javier Garduño, muy de moda ahora por su diseño para el vino “20 cuartas”.
• Marta Botas, que tiene una marca propia con sus maravillosas ilustraciones
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• Brosmind, con sus ilustraciones de los más “chic”.
• Jordi Lafebre, que esta marcando una diferencia con sus divertidas etiquetas.
• Atipus se mueve entre la elegancia y lo clásico, sacándole partido a ambas.
• Marta Lojo es una de los habituales en el mundo del packaging de vinos.
Alejandro Sans es director de arte y responsable del estudio de diseño gráfico Greatividad (Sant Boi de Llobregat, Barcelona).
Fuente: www.infopack.es